
Si entraste al artículo pensando que leerías algo tipo “…una cosa es libertad y otra libertinaje…” no te sugiero continuar, las siguientes líneas carecen de prejuicios e ideas moralinas.
Por Mali Mejía Islas
19 de abril de 2021
Es importante hablar de la libertad sexual, porque es un derecho, que “abarca la posibilidad de la plena expresión del potencial sexual de los individuos”, pero también porque puede llegar a malentenderse, provocando así que las personas actúen en contra de sus deseos, necesidades y/o valores.
Recientemente, se habla más acerca de las relaciones abiertas, el poliamor y el derecho legítimo de las mujeres a tener cuantas parejas sexuales se les antoje, las menciono a ellas porque a ellos se les permitía desde hace mucho.
El “peligro” de que esto suceda es que la falta de información objetiva lleva a algunas personas a creer que eso es lo normal, lo esperable o lo que deberían estar haciendo para vivir libremente su sexualidad. Por ejemplo, una mujer podría pensar que acostarse con varias personas es sinónimo de empoderamiento, un hombre podría creer que aceptar abrir su relación es realmente ejercer su libertad sexual. Y no, en ambos casos podría no serlo.
Si bien algunas mujeres disfrutan de su sexualidad con múltiples parejas, otras lo hacen con una sola persona y eso no significa que una tenga menos o más libertad sexual. A ver si me explico,
el poder elegir cómo quieren ejercer sus sexualidades, sin coerción o coacción, prejuicios o malestar emocional es la verdadera libertad sexual.
En el caso de él, quizá no le hace feliz estar sexualmente con otras personas y que su pareja haga lo mismo, ¿por qué habría de hacerlo? Claro, acá entra la opinión de quien está con él, pero incluso la libertad abarcaría el dejar la relación si no desea abrirla.
Libertad sexual es poder elegir si quieres besarte con un hombre, una mujer o una persona no binaria; es poder vestirte, peinarte y maquillarte como se te dé la gana, independientemente de tu sexo o tu género; es poder tener cuantas parejas sexuales quieras o no tener alguna en lo absoluto; es poder masturbarte sin remordimientos, con las manos o con juguetes, sin importar tu estado civil; es poder elegir qué anticonceptivos usar si es que lo deseas, qué prácticas y qué posiciones sexuales quieres probar; es poder elegir el tipo de relaciones interpersonales que estableces; es poder tener sexo desprotegido, asumiendo y responsabilizándote por las consecuencias; es poder elegir sobre tu cuerpo, pero ¡jamás sobre el de las demás personas!
La libertad sexual no es coger y coger como si no hubiera un mañana, es un concepto mucho más amplio, que no se limita a las relaciones sexuales. Es un derecho que todos los seres humanos tenemos, con el cual podemos elegir cómo vivir nuestra sexualidad, sin intervenir en las decisiones de los demás, libres de violencia.