
Muchas veces se piensa que el sexo ocupa nuestro pensamiento la mayor parte del día y si bien es un tema de conversación frecuente entre hombres heterosexuales, nunca hablamos de lo que realmente sentimos o nos preocupa alrededor del mismo.
Por Sergio Toledo
04 de mayo de 2021
Existe la creencia de que debemos complacer a nuestra pareja, de hacerla sentir especial, única, cuidada, amada y protegida. Prácticamente, desde la infancia se nos inculca la idea de que debemos ser los protectores, proveedores y cuidadores de ellas. Algo que contrasta con los millones de casos de violencia física, emocional, psicológica o económica ejercida en su contra. Pareciera que las cuidamos como objetos (sin derechos) que nos pertenecen y no como personas.
“Es que las mujeres también son unas cabronas”, “tú debes darte a respetar, no te dejes”, “¡que se vea quién lleva los pantalones en la relación!” Son solamente algunas de las frases que nos dicen nuestros mayores (padres, tíos, abuelos) para “hacer las cosas bien en una relación de pareja”, pero nunca hablamos de cómo nos sentimos con esta postura que nos inculcaron.
Sin cuestionarlo, seguimos el patrón.
Esto puede afectarnos a nivel emocional y, consecuentemente, en el plano sexual, por ejemplo, cuando ni siquiera nosotros sabemos cómo nos gustaría disfrutar con nuestra pareja. ¡Oh, lo olvidaba! Está prohibido hablar de eso porque entonces “tu vieja te controla” o “eres puto porque te gusta que te toqueteen el culo”. Aunque no está escrito, es algo que ningún hombre heterosexual se atreve a platicar con otro hombre, a menos que sea de tu entera confianza, yo nunca he sido testigo de ello.
¿Cómo vamos a hablar de algo que se nos ha dicho que “es de homosexuales”? ¿En qué momento la masculinidad se define por el número de parejas sexuales que has tenido? ¿Por qué es aceptable hablar de tu trabajo o del equipo que ganó el partido de liga el sábado, pero no de que últimamente no se te para? El placer sexual no se reduce a lograr una eyaculación o que te hagan sexo oral, hay que vivirlo de manera informada, sin culpas, comunicándote con tu pareja, haciendo acuerdos y expresando lo que te gusta y lo que no, escuchando lo que ella desea y lo que no.
Deja la vergüenza de lado y habla de sexo con tu pareja, con tus amigos y hasta con tu familia, no de una manera vulgar, sino como un tema natural, como algo que todas las personas vivimos y podemos disfrutar. Te invito a informarte al respecto en libros, programas educativos e incluso con sexólogos(as) que despejen todas tus dudas.