
El placer es un derecho sexual que se ha negado reiteradamente a las mujeres de todo el mundo, pero las estrategias cambian de acuerdo con el contexto.
Por Mali Mejía Islas
7 de febrero de 2022
Una de las peores formas en las que se obstaculiza el placer y se daña la salud sexual y reproductiva de las mujeres es a través de la mutilación genital, que la Organización Mundial de la Salud define como la división “total o parcial de los órganos genitales femeninos o cualquier otra lesión en ellos por motivos no médicos”. Hay cuatro tipos de mutilación genital femenina (MGF):

Los motivos para practicarla son variados, religiosos o sociales, por lo general, ligados a la creencia de que las mujeres permanecerán puras, tendrán una conducta sexual aceptable, llegarán vírgenes al matrimonio y/o serán fieles.
Esto sucede en 30 países de África, Oriente Medio y Asia Meridional, pero también en algunas comunidades de Latinoamérica, Europa Occidental, Norte América, Australia y Nueva Zelanda.
Prácticamente alrededor del mundo, con consecuencias físicas y psicológicas graves, como dolor intenso, hemorragias, mayor riesgo de complicaciones en el parto; problemas urinarios, vaginales, menstruales y sexuales; depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático y hasta la muerte.
Las mujeres que vivimos en países en donde la MGF no es común ¿tenemos garantizados nuestros derechos al placer y a la salud sexual? No, aunque las violencias que vivimos sean más sutiles, también se estigmatiza el placer femenino, se nos siguen inculcando estereotipos de “buenas” y “malas” mujeres, además de representarnos y tratarnos como objetos de consumo masculino.
No se meten con nuestra vulva directamente, lo hacen a través de nuestra mente, la llenan de miedos, estereotipos, inseguridades y prejuicios. Nos hacen creer que las vulvas (a las que suelen llamar vaginas) son feas, asquerosas y apestosas. Nos enseñan que para sentir placer deberíamos ser penetradas y que un hombre es quien debe conocernos e inspeccionarnos por primera vez.
Las mujeres que «no tienen (garantizado su) derecho al placer» son aquellas que no conocen sus derechos, no pueden exigirlos o defenderlos, viven en una sociedad que sistemáticamente los vulnera o se los niega, no han recibido información y educación integral de la sexualidad. ¡Somos todas! Todavía.
La situación o las consecuencias que viven las mujeres que son sometidas a la MGF no es comparable con la de quienes no tenemos que experimentar esas intervenciones.