
No necesariamente, pero ¿hay alguien que no haya, por lo menos, fantaseado con un trío? Seguramente. La gente es diversa, pero los tríos son unas de las fantasías más comunes y merecen vivirse con toda la “malicia” del universo.
Por Mallinali Mejía
24 de abril de 2022
Son más las personas que han soñado con hacer un trío que las que efectivamente lo han llevado a cabo, tal vez como consecuencia de la educación tradicional y los tabúes aún existentes. En cualquier caso, debería ser una experiencia súper rica, tanto en el plano de la imaginación como en el de la realidad.
Primero hablemos de lo más fácil, lo único que podemos controlar por completo, el trío de la imaginación: ahí podemos elegir quiénes son las dos personas que nos acompañan, cómo son físicamente, si las conocemos o no, qué posiciones hacen y hasta los gemidos que emiten. En ese espacio seguro que es la mente podemos hacerlo como se nos antoje. Es un buen lugar para probar cosas nuevas o incluso prohibidas (moral o legalmente, siempre y cuando se queden ahí). Ahí, en la imaginación, todo se vale: T O D O.
No sucede lo mismo en la realidad, cuando interactuamos con otras personas, además de respetar sus derechos, debemos cuidar sus límites y los nuestros.
Precisamente porque es un proceso más complejo, quiero ir lentito y acompañada por personas que me contaron cómo han sido sus experiencias y qué consejos le darían a quienes no se han animado a tener un threesome.
Un trío puede ser espontáneo, resultado de una borrachera o la calentura del momento, pero en el mejor de los casos, sobre todo cuando se trata de una pareja que invita a alguien más, debe ser charlado, acordado y delimitado desde antes, para evitar que en vez de delicioso les sepa amargo. Y es que no sólo podría ser un momento incómodo, también tiene el potencial para desencadenar celos, inseguridades o la mismísima ruptura.
Para este artículo entrevisté a cuatro personas que ya han llevado la fantasía a la realidad, a quienes les agradezco mucho que se hayan abierto conmigo y les deseo los tríos más exitosos, ricos y sensuales en el futuro.
Como sé que nos encanta el chismecito, les quiero resumir sus experiencias, aclarando que la mayoría de los testimonios fueron de hombres, lo que también nos invita a cuestionar la libertad (autopercibida) y la comodidad de las mujeres para realizar este tipo de prácticas y/o hablar de ellas abiertamente.
Hombre 1. “Mi primer trío fue con una chica con quien traía ondita desde tiempo atrás. Aprovechamos la reunión de cumpleaños de ella, en donde sobraba el alcohol y faltaban varios de sus amigos, que cancelaron a última hora. Bebimos, comimos y bailamos. La plática con su novio fue súper amena, como si nos topáramos de mucho tiempo. Ya entrada la madrugada, yo estaba en condiciones poco aptas para agarrar camino, entonces como sabíamos qué podía pasar y yo no tenía compromiso al día siguiente, me ofrecieron un cuarto para descansar. Me dormí un rato y, entre sueños, escuché como se apagaba poco a poco la música, las voces se iban haciendo menos y la puerta de la habitación se abría. Más tardé en abrir los ojos que en lo que tenía un beso plantado y la pregunta en mi oído ‘¿ya estás mejor? Platiqué con mi pareja y, como regalo de cumpleaños, le pedí un trío contigo, ¿te gusta la idea?’. Ya con el calor arriba, cómo decir que no. La sensación previa fue tope de adrenalina, entre nervios y emoción. Yo me dejaba llevar, ellos proponían, ‘tú puedes hacer aquí, nosotros acá’, ella pedía hacer esto o aquello, él me decía ‘me gustaría que le hicieras esto’, mientras le preguntaba a ella si le gustaba. Además, previo acuerdo, nos turnábamos para grabar. Lo disfruté totalmente, de repente pensaba hacer algunas cosas que por mi posición como el tercero no me correspondían o eso siento, como querer prácticas o posiciones que me gustan a mí, también sentí que había una competencia de ver quién era más, como quién aguantaría más”.
Mujer: “Tenía pareja, lo hablé con él, para ver si podíamos cambiar la rutina y salir de la monotonía; también se lo dije a mi amiga. Nos juntamos, lo hablamos, tomamos, reímos y seguimos interactuando, haciendo chistes hasta que las cosas se fueran dando poco a poco. Nos besamos entre los tres y así empezó todo. Al principio me dio un poco de pena porque no estaba tan relajada, intenté que todo fluyera y al final sí fue excitante, me gustó; aunque en algunas partes estaba tensa, como cuando mi marido estaba haciendo el amor con ella. Yo había visto tríos en el porno y era lo que yo me imaginaba, por eso me atreví a hacerlo. Por medio de los videos me di idea de cómo tocarla o hacer las cosas, pero al final me dejé llevar. Ella se subió en mí y me besó y acarició, bajó y me mamó el bollo, bailó arriba de mí, yo me subí a ella e hice lo mismo, le cogí el pelo, la miré por el pelo, le mamé el culo mientras ella le mamaba el rabo a mi marido, después mi marido me penetró a mí y luego a ella. Los tres seguimos interactuando. A los tres nos gustó, fue una buena experiencia, aunque se planeó en ese momento”.
Hombre 2. “Fue cuando yo estudiaba en la universidad, fue espontáneo. Estábamos en un antrillo por el centro de la ciudad y en algún punto, ella me dijo que un chico se le quedaba viendo, entonces nos besamos, pero él seguía muy interesado. Ella me propuso invitarlo y aunque lo dudé, me gustó que ella lo planteara. Antes de irnos, se decidió que ella sería quien dirigiría. Al inicio me sentí dudoso, tenía una combinación entre celos, excitación y desconfianza, pensaba ‘qué tal que me va a cambiar’, eso me hizo dudar. Al verla interactuar se fue la desconfianza y me dediqué a disfrutar. Hasta me sentí más motivado y mucho más excitado por vernos en la situación. Me sentí cómodo y, al final, tranquilo. Platicamos y quedamos en que se repetiría, pero luego ya no se pudo porque terminamos”.
Hombre 3: “Fue hace muchos años en La Habana, Cuba. Ya llevaba un plan antes de viajar y fue con unas chicas que encontré allá. Yo ya tenía la fantasía, gracias a la pornografía que veía de adolescente. Yo quería hacerlo con dos chicas, una rubia y una morena. Les planteé lo que quería, fuimos por unas copas y de ahí a mi habitación. Como fue con mujeres caribeñas, voluptuosas, como con las que nunca había estado, fue una experiencia bastante agradable. Me sentí muy bien, me dejé llevar por la lujuria y la calentura, disfrutando sus cuerpos y su fogosidad. Fue algo muy satisfactorio. Yo creo que ellas también lo disfrutaron, ellas se conocían e interactuaron, lo que me pareció súper cachondo y me prendía más. Me gustó ser ‘el jamón del sandwich’”.
Todas las personas de las anécdotas usaron condón, excepto una pareja, que sólo lo utilizó con la tercera parte. En uno de los encuentros, los condones se terminaron y decidieron continuar sin ellos, pero tiempo después, quien dio su testimonio, se realizó pruebas para descartar alguna infección de transmisión sexual (ITS). Buen momento para decir que el mejor aliado de los condones es el lubricante a base de agua o silicón y que las pruebas de ITS nunca están de más.
Los tríos también se pueden dar entre personas solteras, aún cuando sea más común en quienes ya llevan en pareja un rato, precisamente para salir de la monotonía o agregar adrenalina a su vida sexual.
Cuando se basan en consentimiento, acuerdos y respeto pueden tener consecuencias muy positivas y hasta cambiar la vida de quienes los practican.
Hombre 1. “Me sirvió para reafirmar mi autoestima y clarificar mis sentimientos o formas en las que me gusta relacionarme. Me gusta pensar en dos personas interactuando, fue liberador no sentir culpa, aunque eso ya lo venía trabajando, fue importante para determinar que no tenía por qué sentir culpa si éramos más personas que lo que marcaba la tradición católica. Lo volvi a hacer, pero fue más complejo, esta vez fue con dos mujeres, y todo fue demasiado natural, no tuve que ver en la propuesta, sólo estaba en el lugar correcto”.
Mujer: Después de que terminamos, me puse un poco celosa, pero luego recordé lo que hicimos, que lo disfruté y me sentí mejor, excitada. Eso me abrió los ojos sexualmente, ahora yo quería estar con dos hombres y como soy un poquito inventora, mi mente se echó a volar. Lo primero que haría con el aprendizaje que ahora tengo, sería echar a un lado los sentimientos, porque eso a mí me causó tensión. Los tríos son para disfrutar, para abrir un campo sensual en tu mente, para indagar más, para aprender, ganar experiencias emocionantes, ser alocada. Te sientes como una persona dominante y plena. Después de eso pude estar sólo con mujeres, ya no en trío. Son experiencias inolvidables, que te marcan, como digo yo ‘aprendí a chingar después de eso’. Me gusta que sea con personas que sean de mente abierta, a mí cada día se me abre más la mente”.
Hombre 2. “Empecé a buscar más info, a leer más, a meterme en temas de género, no monogamia… Hablé con ella acerca de buscar a una chica para otro trío o hacer un intercambio de parejas. Me di cuenta de que era difícil encontrar a una mujer que estuviera dispuesta a entrarle, es más fácil que los hombres acepten. No lo volví a hacer, pero si lo hiciera actualmente, generaría acuerdos, hablaría con las dos personas, expresaría mis intereses y expectativas”.
Hombre 3. “Esto puede ser muy divertido. Tener claro que el sexo puede ser muy variado, no siempre hacerlo de a dos sino con más personas, siempre que estén de acuerdo. Volví a hacerlo, específicamente con una pareja muy cachonda, que me introdujo al mundo del swinger, con todos sus códigos (como ‘no es no’ y se respeta). Estuvimos muy activos, terminamos por otras razones, pero tuvimos varios tríos, con chicas y chicos. La primera vez que hice uno con dos hombres (HMH) me sentí un poco incómodo al ver su pene erecto, ‘me tuve que quitar al machín que llevaba dentro’. Ver a mi pareja disfrutar con los dos fue súper satisfactorio, me puso mucho más cachondo. De ahí lo seguimos haciendo y descubrí que también lo disfrutaba mucho, al igual que el intercambio de parejas, cuatro personas en la misma habitación intercambiando placer. Hicimos como 20 tríos. Desde entonces no lo he vuelto a experimentar, sigo buscando una pareja que le guste ese ambiente, en donde no hay hipocresías, ni engaños o infidelidades, es todo de común acuerdo y con consenso. En esos años yo estaba muy joven y me sirvió mucho experimentarlo”.
En general, las recomendaciones que nos dieron las personas que ya han vivido la experiencia son:
- Antes que todo, animarse a hacerlo si realmente se desea
- Practicarlo con personas en quien se confíe, esto no sólo es una manera de probabilizar el placer sino también de prevenir la violencia
- Fantasear cómo sería antes de llevarlo a cabo también es una excelente idea, llevar la imaginación a propuestas realistas
- Buscar información y/o estar con alguien que ya lo haya hecho, sin dejarle la responsabilidad de la propia salud y el placer sexual a otras personas o al azar
- Platicar y generar acuerdos estrictos, por ejemplo, que en cuanto termine el encuentro sexual, la tercera parte desaparezca… o se quede, cada pareja decide.
- Elegir el lugar y el momento adecuados, en donde todas las personas involucradas estén enfocadas en gozar y pasar un buen rato
- Cuidar la higiene, como en todo encuentro sexual y día de la semana, aunque no haya planes eróticos
- Protegerse de ITS y embarazos no deseados, con condones, sábanas de látex y/o dedales. Se puede agregar lubricante, pero no demasiado para que no ocurran resbalones (de los métodos de barrera).
- Relajarse y disfrutar, el alcohol podría ayudar, pero con medida. Esto aplica con cualquier otra sustancia psicotrópica, ya que su consumo puede propiciar prácticas de riesgo
- Tener claro que el placer debe imponerse frente a los sentimientos, para no tener celos u otras emociones poco agradables. Si se cree que no se puede lograr también es válido negarse a hacerlo, por más que la pareja lo desee. Ojo, la coerción es violencia.