El buen sexo

Levanta la mano si has tenido buen sexo alguna vez en tu vida. ¿Cómo lo describirías? Si ha sido en muchas ocasiones, ¿cuáles son los factores en común? Y si consideras que eres un(a) dios(a) del sexo, ¿crees que tus parejas opinan lo mismo?

Por Mallinali Mejía

27 de julio de 2020

Para empezar, me gustaría recordarte que el sexo tiene dos connotaciones, la primera es biológica y se refiere a las características que te definen como mujer, hombre o persona intersex. La segunda es cuando se mantienen relaciones sexuales, en México este significado es el más popularizado.

Ejercicio rápido, ¿tú en qué piensas cuando escuchas la palabra SEXO?

Independientemente de lo que venga a tu mente con esas cuatro letras, a lo largo de tu vida has aprendido (y yo espero que también des-aprendido) cómo debe de ser. Si no te lo han dicho, lo habrás visto u oído en los medios de comunicación, en las redes sociales, en los libros y las revistas, en el porno…

Aunque los genitales, son solo una parte del sexo biológico, se les da mucha importancia porque son visibles en el momento del nacimiento. Después ya no, por la ropa, pero aún así, deben de ser perfectos, y no para nosotros(as) sino para nuestras eventuales parejas sexuales. En la infancia basta con que estén limpios, en la pubertad comienza el infierno. 

Los penes deben ser grandes y anchos, si no, se duda de la hombría de sus dueños, se cree que no podrán dar orgasmos, como si la penetración fuera indispensable para el placer y como si quien “porta” el pene fuera el encargado del clímax de la otra persona. Nadie quiere ser un “pito chico”, insulto que se usa aunque no se conozca el pene del ofendido. Al contrario, tu miembro o el de tu pareja debe ser como una “tercera pierna”.

Photo by Charles Deluvio

Las vulvas, por su parte, deben ser bonitas, lampiñas y discretas (si se te ve el cameltoe, que se antoje, si no, usa ropa holgada); las vaginas, pequeñas y “apretaditas”, como si sus únicos fines fueran apretar penes y expulsar bebés. Ah, y claro, deben oler rico, a flores, a frutas, a cualquier cosa, menos a vulva porque eso “huele feo”.

El encuentro sexual también tiene mandatos, para ellas, debe ser por amor, para ellos, por deseo y como siempre tienen, pueden permitirse tener múltiples parejas sexuales. Ellas no, porque “no pueden” amar a más de uno a la vez y porque son unas «putas» si solo quieren sexo.

Yo aprendí “cómo tener sexo” en el canal de Playboy, diría que fue el gran maestro. Es muy probable que tú también hayas aprendido gran parte de esto con el porno, en donde el fuego se enciende de inmediato, la gente no se besa y las eyaculaciones siempre van en la boca.

Las mujeres son de cara linda y siempre están maquilladas, se visten súper sexies, tienen unos pechos enormes y durísimos, abdomen plano, piel blanca y lisa, piernas sin celulitis, vulvas rositas, anos sin pelos y las gargantas más profundas y potentes del universo: les cabe todo y gritan como si no hubiera un mañana. 

Los hombres son musculosos con penes largos y siempre erectos, a veces ni se les ve el rostro. Si son gordos o feos, no importa, igual se cogen a mujeres hermosas y voluptuosas que se derriten por ellos. No hacen ruido porque los gemidos les tocan solo a ellas y su trabajo se reduce a meter y sacar con fuerza. Siempre sin condón.

Hablo de la pornografía tradicional, de lugares comunes en el sexo, con los que crecí y me excitaba (quizá aún lo hago); aquella en la que dos mujeres se pueden besar y es caliente, pero dos hombres jamás, a menos que sea porno gay; en la que ellas se orgasmean a cada minuto y están impacientes por tener semen en la cara para tragar el que caiga cerca de sus bocas. 

La gente siempre es cachonda, el consentimiento es implícito y las violaciones terminan siendo disfrutables para la víctima, no hay comunicación más allá de “oh, my god”, “yes”, “fuck me, fuck me, fuck me” (lo veía en inglés, “sorry”, ustedes aporten las frases en español); la saliva es el único lubricante usado, los besos y caricias solo son para pechos, nalgas, penes, anos y vulvas. Cada vez es más común el cunnilingus (sexo oral a la vulva) y obligatorio el squirt (orgasmo a chorro o eyaculación femenina). El orgasmo masculino es el fin de la peli. 

Así se supone que es el sexo

Por eso nos dan pena nuestros cuerpos, con genitales diversos, con exceso de grasa mal distribuida, con pelos, con manchas; preferimos apagar la luz, para que no nos vean. Muchas mujeres se sienten obligadas a chupar penes y tragarse el semen, mientras que los hombres se ofenden si tenemos arcadas (ganas de vomitar) o les pedimos que ellos nos hagan sexo oral.

Photo by Dainis Graveris

Las parejas van directo a la penetración, las mujeres no lubrican y los hombres tienen problemas con su erección o eyaculación; ellas no tienen orgasmos y a ellos les falta responsabilidad afectiva, “ya me vine, ya me voy”.

No es nuestra culpa, pero sí es nuestra responsabilidad, podemos re-educarnos para cambiar estos estereotipos y mandatos si limitan nuestro placer. Si los reproducimos (en nuestra vida sexual) que sea porque queremos, no porque debemos; porque los disfrutamos, no porque hacen feliz solo a nuestra pareja. 

El buen y mal sexo son distintos para cada persona e, incluso, para la misma persona en diferentes momentos de su vida. Más que preocuparte por tener un mega pene, apretar mucho o ser increíblemente flexible, ocúpate en hablar con tu pareja (estable, casual u ocasional), fijar límites, hacer acuerdos y respetarlos. Escucha sus deseos y necesidades, y exprésale lo que te gustaría probar o te encanta sentir (a qué ritmo, con qué fuerza, en dónde, con qué…).

¡Echa a volar la imaginación y deja que el porno se quede pendejo al lado de tus encuentros sexuales reales!
Photo by Clark Tibbs

Al diablo con las prohibiciones

Photo by Noah Buscher
“De eso no se habla”, “no te toques ahí”, “eso no está bien”, “no lo hagas” y demás frases parecidas son comunes en la educación sexual tradicional. Espero que no hayas crecido escuchando ninguna de éstas.

Por Mallinali Mejía

20 de julio de 2020

Aunque tal vez no te las dijeron así, quizá las cambiaron por “eso es malo”, “te vas a enfermar”, “nada más sales con tu domingo siete y vas a ver”, “te van a salir pelos en la mano” o “eso es de marimachas/maricones”. Una última posibilidad: ¡callaron! De cualquier manera, aprendiste.

Afortunada o desafortunadamente, no se necesitan palabras para enseñar.

Los gestos y actitudes de tus padres, las bromas de tus amigos(as) y los comentarios de tus familiares; los anuncios, las series, las telenovelas y las películas del cine y la televisión; las redes sociales y el porno (ojo con éste) dicen mucho acerca de la sexualidad y de cómo “debes” vivirla.

A ver, seguro te acuerdas de lo que deben hacer las niñas y los niños, a mis primos los regañaban si jugaban con mis Polly Pockets o mis Barbies. ¿A ti te obligaban a ponerte ropa de cierto color o te prohibían usar ciertos juguetes? Si tu respuesta es negativa, felicítame a tus papás (o quien te haya criado).

En el preescolar, una maestra me dijo que dejara de tocar mi vulva, obvio no mencionó esa palabra (porque hasta los veintitantos creí que esa parte de mi cuerpo se llamaba vagina), no me regañó, pero me sentí avergonzada; en cambio, siempre veo a hombres rascándose los testículos sin pena alguna. Basta con echarle un ojito a un partido de fut para tener muchas de esas imágenes, pero “¡qué oso que una mujer lo haga!”.

Mi mamá me compró una enciclopedia de la sexualidad cuando era pequeña, siempre fue abierta con el tema y, aún así, cuando yo estaba en la primaria ya sabía que era “malo” ver porno, por eso, lo hacía cuando no había nadie cerca y si oía que alguien venía, cambiaba el canal. Eso sí, estaba prohibido tener novio y yo siempre fui muy obediente, si no lo hubiera sido quizá habría aprendido a llevar mejor mis relaciones de pareja, pero no puedo saberlo, así que no me arrepiento. 

Photo by Devin Avery

En la secundaria, a una compañera no le permitieron seguir con sus estudios porque sus papás la encontraron teniendo relaciones sexuales con su novio. Ella quería estudiar, pero no pudo, se convirtió en madre adolescente, como muchas mujeres en México. Yo a esa edad no sabía ni lo que era un beso en la boca, se me revolvía el estómago si un niño me tomaba de la mano. No creo que ella haya tenido un embarazo planeado, no sé si conocía los condones, si sabía cómo colocar uno, si alguna vez trató de negociarlo con su pareja. 

Una vez en una reunión, una amiga dijo que nunca se había masturbado, teníamos más de 18 años y yo llevaba toda la vida haciéndolo. No sé por qué ella no lo hacía, pero muchas mujeres, incluso mayores, no lo han hecho ni una sola vez en la vida. Por el contrario, un amigo me contó que se juntaba con sus cuates, veían porno y se masturbaban juntos, “cada quien con lo suyo”, me aclaró. 

La idea no es quejarme porque los hombres “sí” y las mujeres “no”,

lamento si sonó así, porque la verdad es que todas las personas sufrimos esta mala educación, sí, dije mala y no agregué comillas. Aunque algo más exacto sería decir errónea e irrespetuosa con nuestros derechos.

Para empezar, muchas personas desconocen la diferencia entre sexualidad y “sexo” (yo también llegué a pensar que eran lo mismo), pero les da miedo preguntar, por todo lo que les han prohibido o dicho que está mal, así que empiezan su vida sexual basándose en las enseñanzas populares, lo que se vuelve el principio de su tormento.

“Los penes son enormes, si no lo son, no dan orgasmos y restan valor a la persona”, “las mujeres necesitan encontrar a una pareja que les dé placer”, ah, pero “la virginidad es un tesoro y la deben guardar para después del matrimonio”, por cierto, “si eres hombre puedes tener múltiples parejas sexuales, porque así es tu naturaleza y pobre de ti si rechazas una cogida”, “si eres mujer y tienes muchas parejas sexuales eres una puta”, por qué lo haces “si debes darte a desear”. Pero para todos hay, tú, “hombre, no puedes tener pene y gozar del sexo anal, ¿acaso eres joto?”, “claro, seguro ya hasta tienes SIDA”…

Podría escribir páginas enteras acerca de todo lo “malo”, “asqueroso” y “peligroso” que nos han pintado el sexo

y eso que no, no es sinónimo de sexualidad, si agregamos todas las ideas que nos han metido hasta la garganta, digo, hasta la coronilla, serían libros; tú también debes haber escuchado, creído o dicho alguna de estas frases, pero no podemos vivir eternamente culpando al sistema, algo tenemos que hacer, ir en contra de él a mí me parece un muy buen inicio. 

Photo by 甜心之枪 Sweetgun
Si hablar abiertamente, experimentar y disfrutar de nuestra sexualidad está “mal”, tengamos malicia para hacerlo sin miedo, sin culpa y sin remordimientos.

Una malicia sana, que nos permita contar con la información necesaria para tomar decisiones conscientes y asumir consecuencias positivas y negativas, además de vivir y dejar vivir a los demás, sin señalar, etiquetar, juzgar o lastimar a otras personas. 

Yo apenas estoy re-aprendiendo y se siente genial, es liberador y bonito, no solo con mi cuerpo sino también con mi mente. Te invito a que te atrevas a cambiar tus creencias acerca de la sexualidad (si crees necesitarlo, si alguna de las frases entre comillas te hizo click o tienes alguna parecida) porque ya estamos en 2020, ¿por qué seguimos diciendo que es un tema tabú? ¿Por qué lo sigue siendo?